Con un carácter muy amable y un poco más cálido que el de los nórdicos, de una familia de manos artesanas, con un actitud activa, y a fuerza de trabajar mucho toda su vida, Magne está jubilado en Noruega, de donde es oriundo y donde reside en una cabaña hecha con sus propias manos,la cual construyó en un año que se tomó sabático, sin ayuda de nadie y sin que nadie le haya dicho cómo hacer, junto a su mujer Brita.
Érase una vez un hombre, maduro pero no cansado de hacer cosas y moverse, un hombre que siempre ha optado por vivir y no por meramente existir. Un hombre que dice que las únicas cosas que importan en esta vida son las que el dinero no puede comprar, como la amistad, el amor y la felicidad. Un hombre que fue capaz de llevarme a conocer Noruega en su coche una tarde y al otro día vino a darme las gracias por la tarde que pasamos juntos... ¿gracias a mí?
Ha trabajado duro, fuera y dentro del país y eso lo ha llevado a estar en situaciones extrañas, tanto como haber estado en Perú trabajando en un túnel, sin visado de trabajo, y a los dos meses venir los militares con armas en la mano a decirle que tenía 10 minutos para irse del país, otra anécdota que cuenta él es que se vio un día en EEUU con un coche de segunda mano y bastante viejo, averiado, y 3,50 dólares en el bolsillo pero con muchas ganas y fuerzas para salir adelante.
Nunca se queda quieto, tiene un taller con un banco de trabajo heredado de su padre y herramientas de la época de su abuelo en el que tornea piezas de madera de manera autodidacta.
Es un hombre, el cual después de conocerlo hemos llegado a la conclusión que de mayores queremos ser como él.
Gracias Magne!
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