Día 13 - 27 Nov
Desolado paisaje de carros y de cables
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Desolado paisaje de carros y de cables
Recorriendo La Paz uno se da cuenta que complicado es que este país consiga un desarrollo económico positivo en las próximas décadas. Uno se pregunta cómo es posible que funcione la ciudad, y quizás no funciona.
Los paceños hacen su vida en la calle; allí trabajan y allí comen. La ciudad está repleta de puestecitos callejeros que te venden de todo, desde un enchufe hasta bisutería pasando por comida. No creo que merezca la pena montar un supermercado en La Paz, porque ya hay de todo en las calles. Los limpiabotas se cubren el cuerpo entero con pasamontañas, gorras y guantes, tal vez evitando los rayos del sol y la polución de los tubos de escape.
Nuestro primer objetivo del día era comprar los billetes del tren que une Oruro con la ciudad fronteriza de Villazón. Para ello nos dirijimos a la Boletería de los trenes del Estado donde se venden los boletos. Para nuestra sorpresa se encontraba en una puerta cualquiera de la calle, sin ninguna identificación, así que nos costó encontrarla. Por fin entramos y sin que nos sorprendiese ya, nos dijeron que allí no se vendían esos billetes, que teníamos que ir a la estación central de Oruro. En fin, paseo en valde. Pero no hay mal que por bien no venga, ya que un mirador de la ciudad se encuentra cerca de la boletería, así que allí fuimos.
De regreso al centro de la ciudad, nos acordamos de un texto de Joaquín Sabina que nos recordaba un poco a aquella ciudad. Cambiando algunas palabras, el texto dice:
Como quien viaja a lomos de una yegua sombría
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Los tubos de escape vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocre se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada el tráfico interminable,
la ciudad donde duermo no es ninguna pradera,
desolado paisaje de gentes y de cables...
De camino al museo etnográfico nos paramos a cambiar divisas en la calle. Después de regatear brevemente, la señora nos hizo un precio aceptable: 8,75 bolivianos cada euro.
Pero cuando estábamos haciendo el cambio, notamos un juego de manos extraño por parte de la señora, y al contar los billetes de nuevo nos dimos cuenta que nos faltaban 50 bolivianos. Por suerte nuestros euros estaban todavía en nuestros bolsillos, así que al decirle que faltaba dinero, la señora quiso hacernos ver que estaba bien, hasta que nos dijo : "Todavía no me habéis dado los euros. Váyanse no más"
En fin, que hay que estar muy atentos a cualquier movimiento extraño aquí en La Paz, si no te toman por estúpido.
Por la tarde volvimos al museo etnográfico, pues nos quedaban cosas por ver. Allí aprendimos un poco más sobre el pasado, vida y costumbres de estas gentes. Y después nos adentramos en el enjambre que es esta ciudad, paseando por su avenida principal.
En esta ciudad hay demasiado tráfico, y nadie respeta los pasos de cebra, por eso el ayuntamiento ha contratado a personas que, disfrazadas de cebra, se dedican a controlar los pasos de peatones, indicando a estos cuando pueden pasar, y forzando a los coches a detenerse.
En esta ciudad hay demasiado tráfico, y nadie respeta los pasos de cebra, por eso el ayuntamiento ha contratado a personas que, disfrazadas de cebra, se dedican a controlar los pasos de peatones, indicando a estos cuando pueden pasar, y forzando a los coches a detenerse.
Y con esta imagen nos fuimos a descansar temprano, pues nos queda un largo recorrido hasta nuestro próximo destino: Córdoba.
Hasta entonces no tendremos acceso a Internet, así que estaremos incomunicados por varios días.
Aquí os dejamos nuestro itinerario previsto, para que os hagáis una idea de por donde vamos. Y si queréis m´s información sobre fechas y horarios sólo tenéis que clicar en cada icono (bus/tren)
¡¡Nos vemos en Córdoba!!
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